En 1963, la Iglesia Católica creó la Comisión Pontificia sobre Población, Familia y Natalidad. A ésta se le encargó un estudio para resolver un debate: si era teológicamente permisible para los católicos utilizar métodos artificiales de control de la natalidad (preservativos, píldoras anticonceptivas, etc.). 64 de los 69 miembros que votaron en la Comisión consideraron que era teológicamente aceptable. Sin embargo, tras este resultado, en 1968 se publicó Humanae Vitae, una encíclica papal (un documento doctrinal proveniente del mismo Papa) donde se prohibió a los católicos el uso de todos los medios de control artificial de la natalidad. Humanae Vitae se ha utilizado en países predominantemente católicos para negar el patrocinio gubernamental de anticonceptivos o programas de control de la natalidad, entre otros. A efectos de este debate, se asume que es posible anular una encíclica papal.
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